Su muerte, hace apenas seis años, conmocionó al mundo porque, independientemente de su papel como dirigente de la Iglesia católica, fue todo un líder mundial, y muy activo, tanto que ha sido por mucho el Pontífice que más ha viajado y visitado países. Escuché en estos días de especiales de televisión sobre su figura que, con los kilómetros que recorrió, podrían hacerse tres viajes de ida y vuelta a la luna.
Para hacerlo "santo", según los lineamientos del catolicismo romano, se le debe reconocer un milagro. Hay una pequeña historia que se usó de base para este trámite que, a mi juicio, es mera tramitología.
En todo esto creo que hay una prisa por canonizarlo. ¿Cuántos posibles santos no se han quedado en la lista de espera de la ascensión a los altares de la Iglesia romana, sin que su causa se haya resuelto? Seguro muchos. Él mismo se encargó de una en una de sus últimas visitas a México: el ahora 'San' Juan Diego, personaje del que se duda su existencia, pero ya es una figura más a la que los fieles católicos pueden rezar.
Las razones que veo para este apresuramiento son un tanto perversas.
En primer lugar, un intento de encubrir y desligar a Karol Wojtyla del encubrimiento y falta de justicia para las víctimas de sacerdotes pederastas. Durante su pontificado, la olla reventó y se dieron a conocer numerosos casos en los que se denunció abuso sexual de menores por parte de los ministros de esta Iglesia.
Si bien Juan Pablo II manifestó su pesar por estos hechos, lo cierto es que ninguno de los acusados fue castigado o relegado, sólo algunos fueron movidos de diócesis o lugar de trabajo, por decirlo de algún modo. Si su postura pública fue de condena, en lo interior todo siguió prácticamente igual.
Un caso particular fue el de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y que fue señalado por múltiples abusos, que fueron replicado y acallados en su poderosa organización. Se supo abiertamente de la amistad y buena relación que hubo entre Maciel y el papa, principal motivo por el que el "religioso" de Cotija, Michoacán, fuera intocable.
Irónicamente, puse en Twitter esta semana que lo que está haciendo hoy la Iglesia de Roma es ratificar lo que siempre fue: Maciel le pedía favores a Juan Pablo II, ¡y éste se los concedía! Las crónicas periodísticas relatan que el propio Marcial se jactaba de su influencia en el Vaticano.
Muerto Juan Pablo, su sucesor, Benedicto XVI, antes el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo cuya responsabilidad tenía pendiente una investigación contra Maciel, fue poco a poco destapando la cloaca de Maciel, al grado de confirnarlo al retiro y prohibirle oficiar servicios o hacer actos públicos.
En estos tiempos en que se está tratando de 'sanear' la congregación de los Legionarios de Cristo, con intervención directa de un enviado vaticano, resulta extraño que como quiera se le dé este fast track al proceso. Me suena a que quieren desligarlo de estos acontecimientos que cimbraron el honor y las finanzas del catolicismo romano, además de lo que veo como segunda razón.
Ésta es aprovechar la popularidad y el cariño que el pontífice polaco despertó alrededor del mundo. En ello podemos contemplar jefes de Estado y de Gobierno, que sin distingos ideológicos o políticos le abrieron las puertas de sus países, así como los máximos líderes de otras iglesias cristianas, como la ortodoxa y la de Inglaterra.
En México, país al que agració con hacerlo destino de su primer viaje papal haciendo historia en múltiples sentidos, siempre se le recuerda como una persona bondadosa, tierna.
Recuerdo que cuando era niño me dio mucha emoción verlo en persona pasar en el Papamóvil como parte de una de sus visitas por el interior del país, e incluso gritarle junto con quienes esperábamos el momento: "Juan Pablo segundo, te quiere todo el mundo".
Los seguidores de la Teología de la Liberación, ese movimiento de pensamiento social y crítico dentro de la Iglesia católica, particularmente algunos seminarios, no opinarán lo mismo. Como originario de uno de los países del bloque comunista, fue precisamente un activo atacante de ese sistema y todo lo que pudiera parecérsele o relacionarse con ello. En Centroamérica, donde proliferó esta forma de pensar, hizo mucha labor de depuración y "orden".
Como todo ser humano, tiene claroscuros, virtudes y defectos, y el que sea santo no quiere decir que sea perfecto. Sin embargo, este proceso, en vez de realzar lo mejor, generará suspicacias entre algunos.
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