La capital de Hungría fue el primer destino de este viaje. Cruzada por el río Danubio, este marca diferencias entre las partes de la población que la componen, pues originalmente es la unión de tres lugares: Obuda, Buda y Pest, los dos primeros al oeste y el último al este del afluente.
Creo que una ciudad tiene un encanto adicional cuando un río la atraviesa, y es el caso de Budapest. Algunas de sus construcciones majestuosas, como el Parlamento húngaro o el Palacio Real, fueron construidos para dar su mejor vista hacia el otro lado de la corriente. Además, los puentes adquieren así una importancia que va más allá de su simple función, por la historia o la ornamentación que los caracteriza.
Arquitectónicamente, Budapest posee una gran cantidad de edificios históricos, artísticos o simplemente parte de la ambientación urbana que la hacen atractiva. La avenida Andrássy, al estilo más o menos de Campos Elíseos, es una vía con casonas majestuosas de finales del siglo XIX, además de la Ópera Nacional.
Esta desemboca en la Plaza de los Héroes, con esculturas de las tribus húngaras y que ha sido un espacio tradicional de manifestaciones político-revolucionarias de la población local. Y esta, flanqueada por dos museos de arte, todo en estilo neoclásico, es el inicio del parque Városliget, el más grande de la ciudad y que contiene un castillo que reproduce los diferentes estilos histórico-arquitectónicos del país así como otro palacete que realmente son un centro de aguas termales.
Cerca del castillo, del lado de Buda, el pequeño pueblo que hay es una belleza, con pequeños edificios bien conservados y decorados. La iglesia gótica que se encuentra allí, San Martín, cuya torre y fachada principal lamentablemente me tocaron en restauración, por lo que estaban cubiertas de andamios, es muy bonita, al menos por las imágenes que hay de las mismas en postales o fotos y lo que sí se puede apreciar a los costados y por detrás.
Aunque es una constante en Centro-Europa, me dio la impresión de que en particular a los húngaros les gustan mucho las estatuas, porque las hay en diferentes partes de la ciudad y por distintas razones de conmemoración. Pero hay algo particular en esta afición que se ha convertido en un atractivo turístico.
En lugar de tirarlas a la basura y/o fundirlas, a alguien se le ocurrió la brillante idea de conservar algunas de las estatuas y esculturas propias de la época comunista y exhibirlas en un parque en las afueras de la ciudad. El Parque Memento o del recuerdo ofrece la panorámica aislada de las piezas que dominaron en su momento el entorno urbano.
Muy al estilo que se reprodujo desde estas regiones hasta Rusia, hay algunos interesantes como arte, si se quiere ver así. Completan la muestra una pequeña exposición de carteles, música, prendedores y hasta un automóvil de la época. La decoración natural del lugar está muy descuidada, por no decir que parece abandona.
Estando aquí supe que Hungría se quedó añorando el reino que llegó a ser de manera independiente y después dentro del imperio Austro-húngaro (porque los Habsburgo eran coronados como emperadores de Austria y reyes de Hungría), pues hasta hay imanes para el refrigerador que muestran la silueta actual del país dentro de otra forma más grande; esto es, la extensión que tuvo esta parte en el imperio antes de la Primera Guerra Mundial, después de la cual éste fue disuelto y se crearon diversos estados independientes a partir de los territorios que abarcaba. Esto incluso provocó que Hungría haya batallado en las relaciones con sus vecinos que surgieron como naciones a partir de ello.
Afortunadamente esa época de esplendor no sólo se quedó en la memoria histórica, sino en la urbana, pues la mayor parte de la riqueza arquitectónica y artística se dio bajo la corona, en el siglo XIX, y que ha hecho que sea reconocido como Patrimonio de la Humanidad por conservar y reflejar incluso ahora ese periodo de esplendor.
domingo, 21 de junio de 2009
Budapest
Etiquetas:
Budapest,
Hungría,
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