Hace poco escribía que hay mejores maneras de promover la lectura, refiriéndome a lo que he aprendido en España respecto de mi país.
Esa descripción general la amplío aquí con dos ejemplos: las lecturas en el metro madrileño, en el que se exhiben extractos de cuentos, poesías, novelas y otras narraciones para invitar a continuar la lectura, y la accesibilidad de las bibliotecas públicas, que era lo que más tenía en mente al escribir aquello.
Tengo membresía de las bibliotecas públicas de mi barrio, una municipal y la otra de la comunidad (equivalente a lo que sería en México un gobierno estatal), por las que de manera gratuita puedo sacar en cada una hasta tres libros hasta por un mes y tres dvd's por semana.
Además de que, ya sean del municipio o de la comunidad autónoma, hay generalmente una cerca en cada sector importante, las buenas instalaciones y su colección animan a hacer uso de ellas. No pueden tener tampoco todos los libros del mundo, y a lo mejor tampoco los más recientes, pero están bien dotadas.
Esto refleja a mi gusto lo que consiste un verdadero servicio público: la accesibilidad de la cultura, educación y esparcimiento a la población. Con sólo identificarse y dejar sus datos, puede uno obtener su credencial que le da derecho al préstamo a domicilio.
Seguimos siendo muy modernistas respecto a los libros, a los que consideramos todavía como la principal fuente formal de acceso al conocimiento, cuando ya las nuevas generaciones son cada vez más guiadas por la imagen. Pero en estos lugares se combinan ambos recursos, imaginándome incluso que la colección de películas, si bien más chica en comparación de los impresos, aumenta al mismo ritmo que aquellos.
Desde niño me ha gustado mucho leer, aunque a veces no lo haga como quisiera. Pero este servicio me anima más a aprovecharlo, pese a que tampoco deje de comprar algún ejemplar que no esté allí y del cual también me interese su lectura. Así, podré seguir cultivándome, conocer más del mundo y no tener tantos problemas por exceso de equipaje al regresar a mi país.
Porque, desde que se inventó la escritura, el texto es una herramienta muy útil para la difusión del conocimiento. Ahora parece que todo tiende a lo digital, y allí nos enfrascamos en una discusión que no tiene fin por ahora, si desaparecerá el libro tal como lo conocemos, o si los periódicos dejarán de imprimirse para ser leídos en una pantalla, como ya se puede hacer.
Por lo pronto creo que los impresos seguirán en nuestras vidas, al menos por costumbre y facilidad de transporte y de lectura. Esto dista de estar en contra de la tecnología, porque cada vez leemos más frente a la pantalla, pero hay quienes seguimos tenemos el gusto de oler los libros y sentir en nuestras dedos las páginas.
Y de los periódicos, hay quienes argumentan que sirven mucho para envolver verduras y limpiar vidrios, por lo que su permanencia está asegurada por lo pronto.
viernes, 20 de febrero de 2009
Bibliotecas
Etiquetas:
biblioteca,
lectura,
libro,
periódico
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario