Marsella.- Venía aquí por un día, aprovechando una oferta de vuelo barato, pero tendré que estar aquí seis días, más de lo que he estado en cualquier otra ciudad de mi reciente viaje y de lo que hubiera alguna vez pensado.
He estado tratando de buscar algún propósito a esta situación. Por lo pronto, por agotamiento emocional y precaución de no salir más allá de lo necesario por peligro a caídas o resbalones, me he pasado casi dos días enteros en el hostal, conversando con otros viajeros europeos (recientemente uno argentino, el único latinoamericano que me he encontrado por acá y gracias al cual he podido subir mis fotos de la nieve), saliendo sólo a comer.
Es increíble observar la inmovilidad de la segunda ciudad en importancia de Francia en este tipo de situaciones: prácticamente los marsellenses esperaron a que la nieve se fuera por sí sola, como si por lo raro del fenómeno climático quisieran conservarlo lo más posible, como dijo un español que también se quedó varado como yo.
A dos días de la nieve, ésta es sólo un recuerdo vago y sucio a los lados de las calles o un bonito espectáculo todavía en las orillas de las carreteras.
Sí, ha salido una máquina quita nieve en los telediarios (noticieros de televisión), pero no me topé con ninguno en las calles y sectores importantes que recorrí el mismo día de la caída de la nieve.
Eso sí, me tocó ver personas con skies en la calle y en la tv, niños jugando, jóvenes aventando bolas de nieve a todo el que pasara (afortundamente no fui su blanco) y hasta a los autobuses. La población estaba realmente emocionada. Pero los viajeros como nosotros estamos desesperados, porque vemos que no hay solución pronta.
El segundo día del atorón, el aeropuerto ya funcionaba, pero el personal del mismo no pudo llegar porque la carretera que lleva al mismo ¡seguía bloqueada por la nieve y el hielo!
Pienso que eso se pudo empezar a solucionar pidiendo ayuda a ciudades vecinas que creo que conocen mejor estos efectos del frío, como Lyon o Niza, pero parece que no se les ocurrió siquiera. Y es que todo un día Marsella estuvo incomunicada por tierra y aire, supongo que por mar también, porque en el puerto se formaron bloques de hielo.
Espero este lunes por fin poder tomar el vuelo de regreso a Madrid y no perder más días. Como quiera, aunque hubiera podido estar en el de hoy, tendría que esperar a mañana, porque el aeropuerto de Barajas fue cerrado por la nieve que ahora hizo presencia en la ciudad del oso (por su escudo).
viernes, 9 de enero de 2009
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