miércoles, 14 de enero de 2009

Navidades

Ya de regreso en casa, puedo hacer un recuento de lo sucedido en estos 20 días previos a regresar a clases, sobre todo en cuanto a las fiestas decembrinas, que acá le dicen "Navidades".

Ignoro por qué acá se refieren en plural a la celebración del nacimiento de Cristo (Navidad, que viene de Natividad), pero al menos así se engloban en general estas fechas que concluyen en enero con el Día de Reyes (que realmente no eran reyes, sino magos, pero bueno), pasando por Año Nuevo.

Esta fue la primer Navidad que paso fuera de mi país. Las espectativas sobre esto eran de mucha nostalgia e incluso tristeza, pero gracias a Dios no fue nada de eso.

Lo celebré con mis compañeros de piso y del máster (el colombiano y la brasileña) y una colega también del curso originaria de Nicaragua, así que fuimos cuatro latinoamericanos. Y quienes representábamos a Brasil y México hicimos la cena: un pavo, espagueti y una ensalada dulce de manzana, la cual fue un éxito además del primer y principal platillo (en el cual fuimos primerizos, pero creo que aprobamos).

Hubo hasta intercambio no planeado de regalos, prácticamente todos nos regalamos algo a los demás, así que fue más espontáneo y de sorpresa. Recibí una camiseta de Madrid, unas sandalias brasileñas y una bufandita.

El ambiente festivo de los latinoamericanos hizo que cada uno dejara a un lado la tristeza y disfrutara del momento, acordándose también pero con alegría de los suyos en sus casas.

Año Nuevo fue distinto, pues ya de por sí en mi caso es una celebración un poco menos familiar, como sí lo es la cena de Nochebuena/Navidad, y en esta ocasión fue espectacular.

La razón es que me tocó vivir el cambio de año... ¡¡frente a la torre Eiffel!!, toda una experiencia.

Primero, porque es un lugar en el que se congregan personas de todo el mundo para recibir el año nuevo; segundo, porque es un sitio muy simbólico y conocido en el mundo; tercero, porque con su iluminación nocturna permite "sentir" más la alegría de recibir un nuevo ciclo; cuarto, porque es muy distinto de estarlo pasando en alguna cosa o lugar cerrado.

Para ser más explícito, mis amigos colombianos (mi compañero del máster y una prima suya) y yo pensábamos ir a Trocadero, desde donde se tiene una hermosa vista del monumento construido para la exposición universal de 1889, pero ante la premura del tiempo y lo atascado que estaba el metro en esa noche (pues fue gratis esa noche, todo mundo se dirigía cerca de la torre y pocos lograban entrar o salir de esos vagones), decidimos aventurarnos enfrente del mismo coloso.

El resultado fue genial, porque la veíamos casi de frente, sin estar totalmente rodeados de gente. Y es que aunque había demasiadas personas en ese momento, tantas como para hacer que la policía cerrara el acceso al puente más cercano sobre el río Sena, cada pareja o grupo, sobre todo si eran europeos, se concentraba en los suyos.

Era como una masa enorme de individuos que no dejaban de ser eso, individuos, y es que en América Latina u otros lugares todos se habrían contagiado al menos momentáneamente de la felicidad grupal.

A gran parte de los europeos les falta más chispa, más emotividad; sí estaban contentos y emocionados, pero muy formales con sus copas y botella de champaña. Diferentes formas de ser, que también se aprecian.

Mejor nos unimos a un grupo de venezolanos que estaban cantando por allí, cerca del río, que se sabían muchas canciones mexicanas y de otros países cuyos ciudadanos también se sumaban al menos momentáneamente.

La alegría y la diversión latinoamericanas eran evidentes, había incluso alguien de alguna otra región del mundo que nos grababa insistentemente como si fuéramos todo un espectáculo curioso, que rara vez o nunca había visto en su vida y que seguramente usaría para mostrar a sus amigos: "miren lo que me encontré estando en fin de año en la torre Eiffel". Pero nos valió un comino.

Doy gracias a Dios por haber tenido el privilegio de estar allí y presenciar un antes y un después en el símbolo más famoso de París: debido a que Francia ostentaba la presidencia temporal de la Unión Europea, la torre Eiffel estaba iluminada de azul y con las 15 estrellas amarillas, como la bandera del bloque, y se fueron apagando una a una conforme los últimos minutos/segundos de 2008. La iluminación fue pasando del azul al amarillo con que siempre se engalana al anochecer: la presidencia francesa del grupo de los 27 terminó con el inicio de 2009.

Tras presenciar lo anterior y que se prendieran a la mera medianoche las lucecitas danzantes por todo el monumento , lo importante era celebrar.

2 comentarios:

  1. Leer tus crónicas es como vivir la misma experiencia. Gracias por tus letras.

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  2. Hola Memo, tú sí que eres genial!! te la has pasado de viaje en viaje, felicitaciones y qué envidia, qué buenafortuna que hayas podido conocer tantos sitios, me alegra mucho!!!!!
    Y cuéntame como va el curso, qué has aprendido de nuevo, y cuánto tiempo fue que duraron tus vacaciones, eso no me quedó claro. Un abrazo y sigue disfrutando.

    Lucy

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