jueves, 1 de noviembre de 2007

Tribunales alternos

Ha habido hechos de nota roja que impactaron a la sociedad regiomontana y del noreste del país, con sus respectivos seguimientos y secuencias en los distintos medios de información locales, pero ninguno cobró tal magnitud como el caso Santoy.

Dos menores de edad fueron asesinados el segundo día de marzo en la colonia Cumbres, un sector de clase media alta en Monterrey, mientras su madre, una mujer divorciada y encargada de las predicciones astrológicas en un programa de televisión matutino de revista, estaba fuera de la ciudad.

El principal sospechoso del crimen, Diego Santoy Riveroll, huyó del lugar de los hechos, tras presuntamente haber casi matado a su ex novia, Érika Peña Coss y León, quien fue encontrada por la asistente de su mamá, posteriormente por su hermana mayor, y sobrevivió después de una estancia en el hospital, donde fue atendida por sus heridas.

Diego fue arrestado unos cuatro días después por la Policía Federal Preventiva en el estado de Oaxaca junto con su hermano Mauricio, en su supuesto intento por huir a Guatemala. Su traslado a Monterrey desde la ciudad de México originó una cobertura televisiva sin precedentes, de la cual la revista etcétera dio registro en su edición de abril.


Toda esta serie de hechos fue, parafraseando a Pablo Espinosa Vera, presidente del Instituto de Semiótica y Cultura de Masas, un guión similar o superior a cualquier ficción, que se convirtió en una historia propensa a explotarse y generó interés y asombro en la comunidad.


“Un thriller policiaco de película excelente, un crimen que supera a muchas ficciones de los propios medios; lógico, ellos se engolosinan con este tipo de situaciones que suceden en muchos ámbitos, como la literatura, que la ficción supera a la realidad, como decía Julio Cortázar”.

Además del suceso trágico del cual surgió, este caso conllevó un enfrentamiento entre televisoras y la búsqueda aún más encarnizada de novedades que mostrar al auditorio antes que la competencia.

“La televisión tanto local como nacional hemos caído en excesos; la gente se ha dado cuenta de esto, y algunos estamos conscientes de que algo le está sucediendo a la televisión en México, estamos observando que hay algo mal en nuestra televisión”, decía Héctor Benavides, vicepresidente de Información del Grupo Multimedios, en la conducción de Cambios, su programa de mesa redonda, el pasado domingo 9 de abril, dedicado en esa ocasión al análisis de la cobertura televisiva del caso.

“Todos creemos saber lo que sucedió ese día, la mañana del jueves 2 de marzo de este año, todos hablamos con mucha displicencia, yo diría que mucha irresponsabilidad también, imaginando escenarios, poniendo en boca de los protagonistas frases que jamás han dicho, y la televisión tiene una deuda con la comunidad”.

Si bien la intensidad del caso actualmente disminuyó, dejó un mal sabor de boca entre la población que lo siguió a través de los diversos medios a los que tuvo acceso, pues para muchos sentó un antecedente negativo.

Juicios paralelos
En su libro Ética de la comunicación y nuevos retos sociales, el especialista catalán en ética periodística Hugo Aznar advierte el peligro principal que surge cuando los medios se interesan por un caso judicial: el juicio paralelo.

“Esta expresión se refiere al conjunto de informaciones y valoraciones relativas a hechos sometidos ya o que van a estarlo pronto a enjuiciamiento por parte de un tribunal, así como a la actuación de éste, pero que, dado el poder e influencia de los medios y una actuación poco o nada rigurosa por su parte, pueden llegar a condicionar, afectar e incluso contradecir al juicio real, al menos por lo que se refiere a su percepción pública”.

Para Aznar, la prensa puede ser utilizada para organizar juicios paralelos en toda la extensión del término, a fin de influir en el desarrollo y el resultado final del proceso legal.

“Puede responder al interés o la toma de partido a favor de un determinado resultado por parte de algún medio o, lo que es más común, a su interés específico por incrementar su audiencia a través de un seguimiento polémico del juicio real”.

Con la finalidad de evitar lo anterior, sobre todo después de dos experiencias desastrosas en este sentido ocurridas en España en la década de los 90, las televisoras de ese país (excepto Antena 3 y Tele 5) firmaron en 1998 un convenio de autorregulación sobre el tratamiento de los juicios por televisión.

Para los especialistas, en el tema que nos atañe, los medios electrónicos se convirtieron en tribunales alternos, jueces, inquisidores y fiscales, que emitían sus juicios de valor.

“El caso se está litigando a través de los medios, se están haciendo especulaciones, dando declaraciones que no proceden por el momento jurídico, y está sirviendo para roles protagónicos de abogados y familiares; no es nada positivo”, declaró al periódico El Norte José Carlos Lozano Rendón, director del Centro de Investigación en Comunicación del Tecnológico de Monterrey y quien asimismo participara en la mesa de Cambios.

Involucrados, abogados, psiquiatras, fiscales y autoridades desfilaron ante diferentes pantallas y estudios de televisión, mas no a todos pues había preferencias o exclusividades, para dar entrevistas sobre el tema.

Esta dificultad adicional para cumplir su labor se evidenció tanto en la estrategia de los abogados -si bien los integrantes de la familia Peña Coss sólo daban entrevistas a Multimedios y a los noticieros nacionales de Televisa y Tv Azteca, los Santoy las negaban al grupo regiomontano-, como a la venta de entrevistas por parte de estos últimos, con el pretexto de recaudar fondos para la defensa legal, evidenciado por una televisora local de Querétaro.

“Vemos cómo se desarrollan varias guerras simultáneas, en donde por un lado están los medios de comunicación, que tienen partido y tienen a sus entrevistados “exclusivos”, y a la gente que acude a ellos, lo cual es otra de las cosas increíbles: los involucrados son protagonistas; y tenemos por otro lado la guerra legal, que también se refleja en los medios de comunicación”, sentenció Mónica Gutiérrez González, profesora e investigadora de la Universidad de Monterrey, en Cambios.

El expediente del caso, que incluye declaraciones de las personas implicadas, ha sido exhibido tanto en prensa como en televisión. Al margen de la ley, se han mostrado imágenes de las víctimas en vida, planos y habitaciones de la casa. Sumado a esto, se han divulgado cartas, grabaciones y entrevistas. Las tres televisoras locales han tenido acceso a las audiencias celebradas en el Ministerio Público y el juzgado.

En declaraciones a la revista Proceso, Silvia Raquenel Villanueva Fraustro, abogada de la familia Santoy, atribuyó a la Procuraduría de Justicia de Nuevo León la filtración de las declaraciones de las víctimas.

“(Los comunicadores) adulteran la realidad legal con suposiciones, interpretaciones y opiniones que han confundido a la gente”, expresó además a la revista la litigante experta en manejo mediático.


Excesos
Los informativos locales dieron al caso un trato mesurado en los primeros días, incluso se cubrieron entonces los objetivos de la campaña “¡Ya basta!” lanzada por Multimedios contra la violencia y que en cierta manera fue respaldada por sus competidoras. Incluso, un sector de televidentes cuestionó el trato preferencial para los familiares de las víctimas.

Asimismo existió otro grupo, movido por una genuina afición por el morbo, que pidió que se cubrieran los funerales, entrevistaran a los parientes afectados y se hablara de todas las versiones existentes, incluso las más disparadas.

“A lo mejor la gente, mal acostumbrada a que la televisión busca la entrevista con el papá, la mamá, el responsable del crimen y con los afectados –porque hemos incurrido mucho en esa tendencia como televisión local– y si no se lo das el público piensa que no estás siendo congruente, pero la congruencia con la que debemos trabajar es con la ética para conocer lo que es noticia y respetar la privacidad de la gente”, reconoció Luis Padua Viñals, director de Noticias de Televisión Azteca Noreste, entrevistado por el periódico quincenal Hora Cero.

Consultada por etcétera, Gutiérrez considera que la cobertura local del caso se descompuso cuando los medios nacionales se interesaron en el tema, pues vieron que generaba rating, y se lanzaron a ganar la nota.

Esta situación agudizó la búsqueda desesperada de primicias o nuevos elementos (entrevistas, cartas, declaraciones) por parte de los locales para hacerles frente, pero que los llevó a un manejo irresponsable de sus contenidos, al nivel de programas como Primer Impacto.

“El mayor problema fue el tratamiento informativo, no lo que dijeron, sino cómo lo dijeron”, expresó la tesorera del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc).

“Se está manejando en medio de todo esto, la opinión de la gente que, sin tener los elementos, dice o decide ‘estoy a favor’ o ‘estoy en contra’, y entonces se convierte un poco en espectáculo, la violencia como espectáculo dentro de los medios de comunicación”.

En el mismo tenor, Lozano, doctor en comunicación de masas, criticó la utilización en los espacios informativos de elementos que antes eran propios de la ficción y el melodrama, como música dramática, efectos especiales y cámaras lentas, con la finalidad de mover emocionalmente al auditorio, en lugar de hacer reflexionar, pensar o razonar.

“Creo que los noticieros deben seguir siendo entretenidos y abordar temas interesantes para la gente, pero no necesariamente volverse rojos o amarillos”, dijo a Hora Cero Francisco Cobos, director de Noticias de Televisa Monterrey.

Benavides, quien conduce Telediario nocturno, el informativo estelar de Multimedios Televisión, manifestó al aire una abierta actitud crítica respecto al caso, al grado de pedir en una ocasión a la gente no sintonizar el programa si no le gustaba su contenido.

“Hay que recordar que estamos hablando de televisión comercial y los anunciantes también buscan anunciarse en los programas que se ven mucho y no les importa que sean ‘chafas’, lo importante es vender y entonces todos entramos al juego, los medios, los anunciantes y el público; todos tenemos nuestra parte de culpa, no sólo los medios”, manifestó en entrevista.

Padua, conductor de Info 7, el principal noticiero local de Tv Azteca, justificó la divulgación de versiones aleatorias al caso, como el que Santoy sostenía relaciones sexuales con la madre de su ex novia, como parte de su deseo por llegar a la verdad.

“Este ha sido un caso complejo donde no puede ocultarse nada porque, si de veras queremos que la sociedad cambie, debemos saber qué pasó para saber qué está mal y ante eso tenemos que estudiar, con cuidado y profesionalismo, todas las aristas de este caso”.

En su colaboración semanal de Milenio Diario de Monterrey, Lozano difirió de esa posición, y cuestionó además el que se le halla inquirido abiertamente a Santoy por detalles de cómo había llevado a cabo sus presuntos encuentros íntimos con Teresa Coss.

“Sin recato, sin mesura, sin la ética más elemental, muchos conductores y periodistas especulan, cuestionan, hacen preguntas morbosas, hurgan en las emociones, se prestan a las estrategias de los involucrados”.

Tras el escándalo provocado por la transmisión al aire de cuando Diego declaró sobre la presunta relación que sostuvo con Coss, el juez determinó que las audiencias fueran privadas.

Desenfrenados
De acuerdo a Gutiérrez, el caso también evidenció la falta de regulación y la ausencia absoluta de las autoridades para poner un alto a los medios, como ocurrió cuando el gobierno de Ernesto Zedillo pidió que salieran del aire los programas sensacionalistas de las dos televisoras nacionales.

“Si el Estado no va a tomar su papel, y los medios de comunicación pueden hacer o decir lo que ellos quieran sobre cualquier cosa, y si todos los días vemos a la señora que le acaban de matar al hijo, y la entrevistan y le llevan el micrófono y la cámara, y le dicen “señora, ¿usted qué piensa?, ¿qué siente ahorita que acaban de matar a su hijo?” y demás; si esto lo vemos en la vida cotidiana, todos los días en los programas, entonces no nos extraña que al momento de suceder este acontecimiento, que tiene todos los ingredientes del sensacionalismo, los medios lleguen a él”.

La doctora en comunicación audiovisual también arremetió contra las posturas con tintes moralistas manifestadas por ciertos conductores locales.

“Al convertirse en dictadores de la moral social, ‘esto es lo que debemos hacer’, ‘esto es lo que debemos pensar’, ‘estos son los valores que no debemos tener’, ‘estos son los valores que sí debemos tener’, están excediendo su papel como medio de comunicación, porque habría que cuestionar qué calidad moral tienen los medios de comunicación para erigirse como los líderes morales de la comunidad“.

Por lo pronto, la figura de Diego se ha equiparado a la de un artista. Después de haber sido repudiado al inicio por cientos de internautas que pedían su captura en sus blogs, ahora hasta tiene clubes de fans y artículos con su imagen.

Pese a que se difundieron sus antecedentes penales de incidentes menores y su perfil psiquiátrico, que lo cataloga como una persona peligrosa, ahora es alguien reconocido gracias a su exposición mediática, y hasta un modelo para algunos, un peligro del cual han alertado especialistas en conducta.

A esto han contribuido la cobertura de su traslado a Monterrey, que modificó la programación habitual de ese momento, la transmisión continua de su imagen a través de las celdas, en el avión de la PFP en su trayecto a la ciudad, y las entrevistas que ha concedido tanto a nivel local como nacional.

¿Complicidades?
Una discusión que salió al paso fue si los informativos sólo muestran lo que el auditorio les reclama, o fuerzan al público a sintonizar lo que le ofrecen, por no haber más alternativa.

“Los medios se han contagiado de esta necesidad de llenar todos los huecos de información, de tratar de darle a la gente lo que pide, han estado en una situación muy competitiva, pero creo que se ha perdido la objetividad, es decir, no queda claro si lo que buscamos es dar la información más clara y objetiva, o dar la primicia”, manifestó Omar Kawas, de la Asociación Psiquiátrica Mexicana.

“La sociedad es muy poco objetiva, es más visceral, se mueve mucho, y creo que los medios han caído en este juego de irse por lo emotivo, por lo visceral”.

Lucila Hinojosa, subdirectora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León, señaló que los contenidos violentos, que inundan todos los formatos y géneros televisivos, pueden ser adictivos.

“No se nace con un cierto perfil de audiencia, las audiencias se van haciendo, se van moldeando; al igual que el cigarro, la bebida alcohólica, que existen, pero uno toma la determinación de tomarlos o no, en el caso de la violencia a veces no hay posibilidad de elección, porque la televisión no ofrece otras muchas opciones de entretenimiento”.

Benavides señala que generalmente se muestra sólo una parte de la realidad local, que difiere obviamente de todo lo que realmente sucede.

“Estamos pegándole a una sociedad que ya tiene de por sí un resentimiento, porque ven que sus hijos no van a poder salir del entorno de ese barrio, están condenados a la miseria, tienen “razón” algunos en esa ignorancia, si el mundo que les estamos presentando es éste: ‘si ellos roban, si los presidentes roban y no los detienen, y los hermanos de los presidentes roban y millones de dólares, y los hijos de la esposa del presidente hacen esto, ¿por qué nosotros no lo vamos a hacer’”.

En una encuesta telefónica realizada el 30 de marzo por Telediario matutino, el principal noticiero del grupo, más de la mitad de los televidentes (51.81 por ciento) responsabilizó a los medios de desviar la atención sobre el homicidio en el manejo del caso, quedando en segundo lugar (29.09) los abogados y en último los familiares (19.10).

Aún falta que las televisoras regiomontanas actualicen o publiquen sus códigos de ética, que deberán normar su conducta principalmente en torno a hechos policiacos, y que se comprometan a cumplirlos.

“Lástima que muchos medios estén más interesados en revisar los reportes de rating que los códigos de ética que debieran normar su conducta”, concluye Lozano.

Fuentes:

  • Aznar, Hugo, “Ética de la comunicación y nuevos retos sociales”, Editorial Paidós, 2005, Barcelona, España.

  • Benavides, Héctor, entrevista concedida, abril 2006.

  • “Caso Santoy: la televisión a debate”, programa Cambios, Multimedios Televisión, 9 de abril 2006.

  • “El hechizo de la [mala) fama”, El Norte, 31 de marzo 2006.

  • Gutiérrez, Mónica, entrevista concedida, 22 mayo 2006.

  • Lozano, José Carlos, “Rating vs códigos de ética en los medios”, Milenio Diario de Monterrey, 8 de abril 2006.

  • Muñiz, Erik, “Santoy y las televisoras, un drama compartido”, Hora Cero, segunda quincena de marzo 2006.

  • Ravelo, Ricardo, “Teledrama sangriento”, Proceso, 23 de abril 2006.

  • Zenizo, Guillermo, “Lucrar con la tragedia”, etcétera, abril 2006.