viernes, 30 de enero de 2009

Sintra

Estaba dejando pasar ya mucho tiempo, prácticamente un mes, sin plasmar mis impresiones de mi visita a este bello lugar de Portugal.

Sin saber de él hasta casi a punto de viajar hacia Lisboa, me parece un destino que no debe perderse quien visita la antigua Lusitania, pues queda muy cerca (tres cuartos de hora) en tren de la capital portuguesa.

Es un lugar único por la riqueza natural y arquitectónica que lo caracterizan, de tal suerte que ha sido distinguido con el grado de Patrimonio Cultural de la Humanidad en categoría mixta: quiere decir que éste incluye tanto el paisaje natural como urbano.

Y siendo invierno, como quiera el verdor se pudo apreciar en este parque nacional de considerable extensión, pese a ciertos árboles ya pelones por la temporada.

El área que comprende la denominación de la Unesco consiste en el pequeño centro histórico del municipio, donde está el edificio del Ayuntamiento y el Palacio Nacional o Real de Sintra, y las diversas construcciones a lo largo de dos caminos o pequeñas carreteras principales, entre las que destaca el Convento dos Capuchos, el Castelo dos Mouros (Castillo de los Moros) y los palacios de Monserrate y de Pena. Este último es uno de los edificios más característicos y representativos, que en su tiempo fue residencia de los reyes de Portugal, al igual que el Palacio Nacional.

Casi cada lugar importante como este tiene a la vez su propio parque aledaño, que se puede recorrer, tras pagar el respectivo precio de entrada, ya sea combinado con el acceso al edificio o nada más por los amplios jardines.

Asimismo, a lo largo de las vías principales hay varias casas que parecen salidas de cuentos, porque parecen castillitos o de plano están muy bonitas, con estilos particulares o antiguos, o ambos. A esto hay que agregar otros palacios y fuentes, mayoritariamente de estilo morisco.

A pocos kilómetros del área de todo el conjunto del parque nacional se encuentra el Cabo da Roca, que es el punto más occidental del continente europeo.

Esta villa nació como un lugar de descanso y de recreo para las élites portuguesas, tanto los propios monarcas (aunque ellos llegaron ya cuando la zona estaba comenzándose a desarrollar por los ricachones de la época) como los miembros de la nobleza. De allí que las construcciones derrochen lujos internos y externos.

Lo único malo de estas obras que ahora admiramos y disfrutamos momentáneamente es que generalmente son producto de injusticias, pues para que alguien pudiera concentrar esa riqueza que hizo posible los monumentos de allí hubo muchos pobres que carecían de al menos un porcentaje de esa 'plata'.

Por eso me encanta una canción de creación colectiva "Jesucristo, esperanza del mundo", pidiendo el advenimiento del reino de Dios, en la cual está la siguiente estrofa:
"Anhelo de un mundo sin dueños, sin débiles ni poderosos, el fin de todos los sistemas que crean palacios y pobres".

Porque todos los regímenes, sean muy capitalistas o comunistas, hacen esto, ya los primeros por acumulación de riquezas y construcciones personales, o los segundos por equiparar a todos en la misma condición de precariedad y edificar monumentos en el nombre de la población (los 'palacios del pueblo', que cundieron en las repúblicas con este régimen en el siglo XX).

(Párrafo agregado en febrero 2009)
Me encontré al respecto algo escrito por Henry David Thoreau: "La abundancia de una clase se compensa con la indigencia de la otra" (Walden o la vida en los bosques, Los Libros de la Frontera, Barcelona, p. 37)

Me despido con el coro del canto, que expresa felizmente mi deseo:
"Venga tu reino, Señor, la fiesta del mundo recrea, y nuestra espera y dolor tranforma en plena alegría. Ae, eia, aie, ae, ae."

miércoles, 28 de enero de 2009

Reunión FAO

Me acredité para cubrir la Reunión de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria para Tod@s, que se celebró ayer y antier acá en Madrid, un evento de la ONU a donde asistió para su clausura el propio Ban Ki Moon, secretario general, y el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero.

De repente el primer resultado fue la frustración porque la información que recabé prácticamente no trascendió en alguno de los medios que tenía programado (lo que sí es que tampoco busqué otros, pero está cuando menos este medio, je je), sea porque no les interesó mucho, ya tenían los cables de alguna agencia de prensa u otra razón.

Pero sí me alegra haber asistido por conocer un poco el ambiente de trabajo español previo a mis prácticas del máster, más que el cómo es una actividad de este tipo, cuyo estilo o formato gracias a Dios conocía por la Cumbre de Monterrey en 2002, aunque sí valía la pena ver su desenvolvimiento en esta latitud.

Lo malo de esta clase de eventos de Naciones Unidas es su repetición de cifras, conceptos y soluciones: todo redundó en el número alarmante de casi mil millones de personas (para ser exactos 963 millones) que sufren hambre en el mundo, la necesidad de que los países más desarrollados destinan más recursos al desarrollo de las naciones a las que les falta, lo necesario que es para éstos últimos que cuenten con infraestructura suficiente que les permita hacerse de los alimentos necesarios, por decir los más importantes.

"Hoy nos encontramos ante una grave crisis financiera y económica, a ella se añade la crisis alimentaria que ha conmocionado a la economía agrícola internacional y ha puesto de manifiesto la fragilidad de la seguridad alimentaria mundial", dijo textualmente en castellano el senegalés Jacques Diouf, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Al entrevistar al embajador de México ante Italia y por tanto representante permanente ante la FAO, con sede en Roma, pude darme cuenta lamentablemente de que en ese sentido nuestra nación no pinta mucho, pese a que está ayudando en esta cuestión a Centroamérica, según las propias declaraciones de Jorge Chen Carpentier, y que puede superar exitosamente los Objetivo del Milenio, que consisten en reducir el hambre y la pobreza a la mitad en 2015, afirmado por Diouf y otros dirigentes de organismos sobre alimentación de la ONU a pregunta expresa.

Aunque la realidad a veces nos diga lo contrario, México ya se graduó en la ONU: ya no es un país receptor de ayuda al desarrollo, sino que su estatus actual es el de donante al desarrollo, es decir, tiene ahora el mismo nivel de responsabilidad que los países tradicionalmente desarrollados.

El que sí figura mucho por Latinoamérica es Brasil, cuyo presidente, Luis Inazio Lula da Silva, al inicio de su mandato se propuso erradicar el hambre en ese país, lo cual también le ha dado reflectores mundiales y ha tenido un rol protagónico en ese sentido, pues incluso un brasileño tiene un buen cargo en sitios de Naciones Unidas dedicados al tema.

Claro que también hay pronunciamientos de ong's que me parecen interesantes, y que en muchos casos son quienes les dan algo de sabor a estas actividades. El mensaje principal en este caso fue la propuesta de una política basada en la micro y mediana agricultura, en lugar de la concentración y acaparamiento de la producción agrícola por parte de algunos, que consideran bien representados en el Banco Mundial y otros organismos allí presentes.

"A medida que se acelera el círculo vicioso de la crisis de precios alimentario, las compañías transnacionales se deslocalizan y se instalan masivamente en los países del Sur ocupando millones de hectáreas de tierra con el fin de garantizarse el control de la producción agrícola a escala industrial para agrocarburantes y la producción de alimentos destinados al mercado internacional", expresa la declaración de 48 organismos de varios países.

Al leer algunos términos típicos de a quienes, gracias al entonces presidente mexicano Ernesto Zedillo, llamamos "globalifóbicos", podemos pensar que es el mismo discurso, pero creo que si lo vemos bien tienen mucha razón; además, sabemos que las grandes compañías no son precisamente unas "damas de la caridad" y siempre buscan un beneficio, así sea ir en contra de la humanidad o la naturaleza.

Además, un proyecto de la Universidad de Alcalá y el gobierno español reunió a caricaturistas del país y de Latinoamérica en "Humoristas por los objetivos del milenio", presentó en postales y un libro que regalaban a los asistentes dibujos con humor negro sobre el hambre y la pobreza.

Otro beneficio adicional del encuentro fue haber conocido en persona al representante diplomático en mi país, el ex legislador Jorge Zermeño Infante, a quien de alguna forma le pude hacer ver la burocracia con la que me topé al querer conocer en su momento el área de prensa de la Embajada.

domingo, 25 de enero de 2009

Debate ateo

En las últimas semanas los medios de comunicación locales han echo eco de las campañas ateísta y cristiana sobre la existencia de Dios y el goce de la vida, que fueron lanzadas en autobuses urbanos de España.

Me acuerdo, por ejemplo, de un programa de televisión en el que una persona entrevistaba a usuarios del transporte por su opinión y, dependiendo de la misma, les ofrecía pagar un taxi a donde fueran si siendo ateo decía ante la cámara creer en Dios o viceversa.

El pasado domingo, tres periódicos publicaron un reportaje sobre el tema, cada uno con distintos ángulos, como suele ser en la prensa española, de la que se conoce claramente su tendencia o ideología (derecha o izquierda).

Pese a que apenas el martes circularán por Madrid (están desde las primeras semanas del mes en Barcelona), el objetivo ya se cumplió con creces: dar a conocer que hay otras formas de pensar diferentes a la dominante en un país tradicionalmente católico.

Traigo esto a colación porque es el primer tema que desarrollo como corresponsal aquí para medios mexicanos (hoy sale un artículo hecho por mí en Milenio Semanal), y porque es un tema polémico de origen.

La mayoría cree que la idea la originaron los ateos, pero realmente surgió como respuesta a mensajes publicitarios de una página web que condenaba a los no creyentes. Todo esto en el Reino Unido, y está reproduciéndose en otros lugares.

En España, el pastor evangélico que contrató la publicidad para dos líneas del transporte asegura que lo hizo antes que los colectivos ateístas en la península ibérica, pero la mayor parte de las personas (incluidos los autollamados "librepensadores") cree que fue una reacción al mensaje negatorio de la divinidad.

Mi pastor en Madrid, Fernando Méndez, escribió lo siguiente en el boletín dominical de la semana pasada:

"Aún recuerdo cómo mi profesor de teología nos recordaba que Dios no necesita que nosotros le defendamos. Que no hemos sido llamados a defenderle, pues eso ya lo hace Dios mismo, si le place y como le place".

Para ello, relata la preocupación de Moisés sobre cómo presentarse ante Faraón, la afirmación del salmista sobre el testimonio divino desde su propia creación y la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan El Bautista cuando éste les manda a que le pregunten si era Él el que había de venir.

"Nuestra tarea es anunciar a Cristo como la esperanza de Dios para nuestro mundo", concluye.

Comparto ahora la liga en Internet a mi colaboración sobre el tema, para quien deseé profundizar:
Si Dios existe,¿viaja en autobús?
http://impreso.milenio.com/node/8524188

domingo, 18 de enero de 2009

Saudade

Encontré una posible explicación sobre mi experiencia con los portugueses en mi visita a su país, al que me refería antes del receso vacacional.

Se llama "saudade", una palabra propia del portugués del que no hay una traducción ideal al español u otro idioma, porque expresa un sentimiento muy propio y típico de ellos, de nostalgia, a menudo profundamente melancólico de otros tiempos mejores, al que los portugueses les gusta abandonarse.

Esta explicación estaba en una guía que llevaba para conocer mejor la nación lusitana:
"Saudade es la nostalgia de un pasado glorioso, un lamento insondable y acuciante de añoranza del hogar, pero sólo los portugueses comprenden este sentimiento. Su hogar y Portugal representan el heroísmo del pasado, las penas del presente y las esperanzas melancólicas del futuro". (Abigail Hole y Charlotte Beech, "Portugal", Lonely Planet, 2005)

Esta percepción la he podido confirmar un poco con españoles que conocen Portugal, que describen a sus habitantes (al menos los de Lisboa) como "rancios" o "amargos".

Me viene a la memoria el descuido que mi amigo colombiano y yo veíamos en ciertas zonas de la ciudad y sus afueras, donde no importaba que la pintura ya se hubiera retirado de los edificios o que los techos se estuvieran cayendo.

Ese saudade asimismo está también en los museos que exhiben objetos y figuras provenientes de sus antiguos dominios: China, Brasil, India y partes de África, entre ellas Egipto, donde hasta sé no tuvieron posesión, pero probablemente los consiguieron por su extendido comercio.

Y en las plazas, calles, avenidas, monumentos y edificios que hablan de los grandes viajeros, como Vasco da Gama, descubridor de la ruta hacia India vía el continente africano.

Además, en la propia historia de un país que, gracias al apoyo de Inglaterra, consiguió enfrentarse victoriosamente a España (quien lo poseyó por unas décadas) y Francia (que lo invandió durante Napoleón).

Pero considero que una cosa es recordar las glorias del pasado y otra hundirse en él. Sí, la historia fue después muy desafortunada para ellos, los errores costaron caro y surgieron otras potencias que se adueñaron del protagonismo de la historia universal. Pero algo pasa que en la historia portuguesa reciente el mayor logro fue unirse a la Unión Europea y mejorar un poco con ello la economía nacional.

Me remite a lo que muchas veces vivimos en México.

La historia oficial nos enseña que éramos cuna de grandes civilizaciones que decayeron en su tiempo, mientras que las entonces existentes sucumbieron ante los españoles; que Alexander von Humbold visualizó que la entonces Nueva España y Estados Unidos serían los dominantes en el continente; que tuvimos por unos meses (con el imperio de Agustín de Iturbide) una extensión territorial que iba desde California hasta Costa Rica; que Estados Unidos se apropió de más de la mitad de nuestro entonces territorio (los actuales estados de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México, Colorado y Texas); que pese a que fue producto de la dictadura de Porfirio Díaz, exiliado aun después de su muerte en París, el peso mexicano llegó a valer dos dólares a inicios del siglo XX y la economía nacional prosperó; que somos el único país que ha realizado en dos ocasiones el Mundial de futbol y el único de Latinoamérica en organizar unas Olimpiadas; que fuimos junto con Canadá los primeros de la región en firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, la mayor economía del mundo y a quien estratégicamente tenemos por vecino, y otro con la Unión Europea; y otros episodios que se me escapan y que podríamos sumar a esta lista.

Para algunos son una muestra de que México lo tiene todo para crecer y ser fuerte en el escenario internacional, mientras que hay quienes se quedan suspirando por todo lo que en su momento fuimos o hubiéramos llegado a ser.

Me gusta la historia y creo en la conservación del pasado, pero éste no debe ser un ancla para el progreso, sino mejor un impulso.

miércoles, 14 de enero de 2009

Navidades

Ya de regreso en casa, puedo hacer un recuento de lo sucedido en estos 20 días previos a regresar a clases, sobre todo en cuanto a las fiestas decembrinas, que acá le dicen "Navidades".

Ignoro por qué acá se refieren en plural a la celebración del nacimiento de Cristo (Navidad, que viene de Natividad), pero al menos así se engloban en general estas fechas que concluyen en enero con el Día de Reyes (que realmente no eran reyes, sino magos, pero bueno), pasando por Año Nuevo.

Esta fue la primer Navidad que paso fuera de mi país. Las espectativas sobre esto eran de mucha nostalgia e incluso tristeza, pero gracias a Dios no fue nada de eso.

Lo celebré con mis compañeros de piso y del máster (el colombiano y la brasileña) y una colega también del curso originaria de Nicaragua, así que fuimos cuatro latinoamericanos. Y quienes representábamos a Brasil y México hicimos la cena: un pavo, espagueti y una ensalada dulce de manzana, la cual fue un éxito además del primer y principal platillo (en el cual fuimos primerizos, pero creo que aprobamos).

Hubo hasta intercambio no planeado de regalos, prácticamente todos nos regalamos algo a los demás, así que fue más espontáneo y de sorpresa. Recibí una camiseta de Madrid, unas sandalias brasileñas y una bufandita.

El ambiente festivo de los latinoamericanos hizo que cada uno dejara a un lado la tristeza y disfrutara del momento, acordándose también pero con alegría de los suyos en sus casas.

Año Nuevo fue distinto, pues ya de por sí en mi caso es una celebración un poco menos familiar, como sí lo es la cena de Nochebuena/Navidad, y en esta ocasión fue espectacular.

La razón es que me tocó vivir el cambio de año... ¡¡frente a la torre Eiffel!!, toda una experiencia.

Primero, porque es un lugar en el que se congregan personas de todo el mundo para recibir el año nuevo; segundo, porque es un sitio muy simbólico y conocido en el mundo; tercero, porque con su iluminación nocturna permite "sentir" más la alegría de recibir un nuevo ciclo; cuarto, porque es muy distinto de estarlo pasando en alguna cosa o lugar cerrado.

Para ser más explícito, mis amigos colombianos (mi compañero del máster y una prima suya) y yo pensábamos ir a Trocadero, desde donde se tiene una hermosa vista del monumento construido para la exposición universal de 1889, pero ante la premura del tiempo y lo atascado que estaba el metro en esa noche (pues fue gratis esa noche, todo mundo se dirigía cerca de la torre y pocos lograban entrar o salir de esos vagones), decidimos aventurarnos enfrente del mismo coloso.

El resultado fue genial, porque la veíamos casi de frente, sin estar totalmente rodeados de gente. Y es que aunque había demasiadas personas en ese momento, tantas como para hacer que la policía cerrara el acceso al puente más cercano sobre el río Sena, cada pareja o grupo, sobre todo si eran europeos, se concentraba en los suyos.

Era como una masa enorme de individuos que no dejaban de ser eso, individuos, y es que en América Latina u otros lugares todos se habrían contagiado al menos momentáneamente de la felicidad grupal.

A gran parte de los europeos les falta más chispa, más emotividad; sí estaban contentos y emocionados, pero muy formales con sus copas y botella de champaña. Diferentes formas de ser, que también se aprecian.

Mejor nos unimos a un grupo de venezolanos que estaban cantando por allí, cerca del río, que se sabían muchas canciones mexicanas y de otros países cuyos ciudadanos también se sumaban al menos momentáneamente.

La alegría y la diversión latinoamericanas eran evidentes, había incluso alguien de alguna otra región del mundo que nos grababa insistentemente como si fuéramos todo un espectáculo curioso, que rara vez o nunca había visto en su vida y que seguramente usaría para mostrar a sus amigos: "miren lo que me encontré estando en fin de año en la torre Eiffel". Pero nos valió un comino.

Doy gracias a Dios por haber tenido el privilegio de estar allí y presenciar un antes y un después en el símbolo más famoso de París: debido a que Francia ostentaba la presidencia temporal de la Unión Europea, la torre Eiffel estaba iluminada de azul y con las 15 estrellas amarillas, como la bandera del bloque, y se fueron apagando una a una conforme los últimos minutos/segundos de 2008. La iluminación fue pasando del azul al amarillo con que siempre se engalana al anochecer: la presidencia francesa del grupo de los 27 terminó con el inicio de 2009.

Tras presenciar lo anterior y que se prendieran a la mera medianoche las lucecitas danzantes por todo el monumento , lo importante era celebrar.

lunes, 12 de enero de 2009

De vuelta

Madrid.- Finalmente no hubo más complicaciones, gracias a Dios, y esta mañana pude dirigirme normalmente hacia el aeropuerto de Marseille-Provence para tomar mi vuelo hacia acá, el cual transcurrió normalmente.

Todavía a los lados de la carretera hacia la terminal aérea, afuera de la misma, en la orilla de la pista en el mismo aeropuerto y desde el aire, se podían observar resquicios importantes de la nevada del miércoles, ¡seis días después! Eso puede ilustrar un poco la razón de tanto caos y paralización aquel día y gran parte del siguiente en Marsella...

En Madrid veo algo similar en los parques, jardines, aceras y calles: hielo y nieve semi derretida, producto de la precipitación congelada del viernes.

A unos tres días de distancia, las dos ciudades tienen en común ese aspecto... junto con la alegría que causó a los lugareños la visita inesperada de los copos blancos.

viernes, 9 de enero de 2009

Atrapado por la nieve

Marsella.- Venía aquí por un día, aprovechando una oferta de vuelo barato, pero tendré que estar aquí seis días, más de lo que he estado en cualquier otra ciudad de mi reciente viaje y de lo que hubiera alguna vez pensado.

He estado tratando de buscar algún propósito a esta situación. Por lo pronto, por agotamiento emocional y precaución de no salir más allá de lo necesario por peligro a caídas o resbalones, me he pasado casi dos días enteros en el hostal, conversando con otros viajeros europeos (recientemente uno argentino, el único latinoamericano que me he encontrado por acá y gracias al cual he podido subir mis fotos de la nieve), saliendo sólo a comer.

Es increíble observar la inmovilidad de la segunda ciudad en importancia de Francia en este tipo de situaciones: prácticamente los marsellenses esperaron a que la nieve se fuera por sí sola, como si por lo raro del fenómeno climático quisieran conservarlo lo más posible, como dijo un español que también se quedó varado como yo.
A dos días de la nieve, ésta es sólo un recuerdo vago y sucio a los lados de las calles o un bonito espectáculo todavía en las orillas de las carreteras.

Sí, ha salido una máquina quita nieve en los telediarios (noticieros de televisión), pero no me topé con ninguno en las calles y sectores importantes que recorrí el mismo día de la caída de la nieve.

Eso sí, me tocó ver personas con skies en la calle y en la tv, niños jugando, jóvenes aventando bolas de nieve a todo el que pasara (afortundamente no fui su blanco) y hasta a los autobuses. La población estaba realmente emocionada. Pero los viajeros como nosotros estamos desesperados, porque vemos que no hay solución pronta.

El segundo día del atorón, el aeropuerto ya funcionaba, pero el personal del mismo no pudo llegar porque la carretera que lleva al mismo ¡seguía bloqueada por la nieve y el hielo!

Pienso que eso se pudo empezar a solucionar pidiendo ayuda a ciudades vecinas que creo que conocen mejor estos efectos del frío, como Lyon o Niza, pero parece que no se les ocurrió siquiera. Y es que todo un día Marsella estuvo incomunicada por tierra y aire, supongo que por mar también, porque en el puerto se formaron bloques de hielo.

Espero este lunes por fin poder tomar el vuelo de regreso a Madrid y no perder más días. Como quiera, aunque hubiera podido estar en el de hoy, tendría que esperar a mañana, porque el aeropuerto de Barajas fue cerrado por la nieve que ahora hizo presencia en la ciudad del oso (por su escudo).

miércoles, 7 de enero de 2009

Nieve en Marsella

Marsella.- Me encuentro atrapado en esta ciudad a causa de la nieve... Sí, estoy presenciando un evento histórico en este puerto del Mediterráneo y segunda población francesa en tamaño e importancia.

Habían pasado unos 20 años (aproximadamente desde 1985) desde la última nevada. Ahora han caído 40 centímetros, ¡inusual!

Sí, fue muy bonito ver caer la nieve, caminar sobre ella, tomar fotos, aventarse bolas de nieve... pero cuando este fenómeno climático cae de sorpresa sobre una ciudad que no está preparada para ello, todo se paraliza: el aeropuerto, los trenes, autobuses urbanos e interurbanos y hasta el metro, que trabaja parcialmente.

De tal manera estoy a la espera de que den nueva información en el aeropuerto, de si finalmente saldrá un autobús hacia allá, porque esta mañana los taxistan han abusado de su monopolio y cobrado hasta 40 euros por persona (el boleto/billete de autobús cuesta 8.50 € y el taxi con cuatro pasajeros cobra normalmente 75), y cómo será que se reanuden los vuelos.

Todos en el hostal donde me encuentro estamos en la misma situación, incluso quienes viven aquí o estaban visitando a alguien, como una pareja de muchachos como yo, él marsellense, ella holandesa, que me auxiliaron un buen rato en esta odisea, porque ellos hablaban inglés e incluso él también español, difícil de encontrar por estos lugares.

Lo malo es que deseaba arduamente regresar a Madrid, mi hogar en este momento... Ya estoy un poco cansado de sólo oír francés, tras unos 10 días de viaje por este país, que han sido excepcionalmente increíbles, pero ya mi cuerpo demanda descanso.

Espero pronto reanudar la secuencia que tenía, pues todavía hay qué decir sobre Portugal y las paradas previas a Marsella, tras estos días de descanso precisamente por estas vacaciones, pero como buen periodismo vale más ahora lo actual.