martes, 28 de agosto de 2012

Un año del Royale

Hace tres días, el pasado sábado 25 de agosto, se cumplió un año de la tragedia en el casino Royale, ubicado en la avenida San Jerónimo, en Monterrey.

Medios de comunicación como el periódico El Norte lo han calificado como el ataque más mortífero contra la población civil en México por parte del crimen organizado, debido a sus 52 muertos (más dos en gestación, porque dos mujeres estaban embarazadas).

Esto sería cierto si excluimos a los 72 migrantes asesinados por grupos delincuenciales en San Fernando, Tamaulipas, que conmocionó al mundo entero, particularmente a Centroamérica, de donde provenían gran parte de las personas. Pero, claro, no eran mexicanos.

La cifra del Royale rebasa por poco a los 49 niños fallecidos en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, causado no intencionalmente pero sí con responsables perfectamente indentificables.

En este como en los sucesos anteriormente mencionados la constante han sido la corrupción y la impunidad, mortífero dúo que además impide la justicia.

En el caso del centro de apuestas y diversión, el acontecimiento conmovió a la sociedad regiomontana. Muchos tuvieron a alguien cercano o conocido de los que allí tuvieron su último aliento. Además, si bien había habido hechos donde los maleantes (absurdamente llamados "malitos", para que no se ofendan) retaban a cualquier autoridad, esto rebasaba lo tolerable.

Ciertos sectores sociales despertaron de su marasmo y se movilizaron exigiendo respuestas. Al siguiente fin de semana se realizó una manifestación que fue boicoteada por el gobierno estatal y el partido que detenta el poder. Más allá de la marcha, como se llama un colectivo surgido a raíz de eso, se han emprendido acciones que buscan preservar la memoria de las víctimas.

La más simbólica hasta el momento fue precisamente el primer aniversario, que tuvo el lema "Voltea A Ver", una frase retadora a darnos cuenta de lo que pasa alrededor y comprender que todos somos corresponsables, por acción o por omisión.

Frente y a un costado de las ruinas que siguen humeadas y mostrando su interior de máquinas consumidas por el fuego, se realizó un pase de lista, seguido en cada nombre por la frase "no debió morir", se expusieron posturas de diversas organizaciones presentes y convocantes, se expuso arte destinado a preservar la memoria, se ofrendaron velas y flores, y hasta se firmó una petición ciudadana para impedir la apertura de casinos en Nuevo León.

El gobierno estatal, culpable junto al municipio, el gobierno federal y el Poder Judicial de irregularidades relacionadas con la tragedia, celebró durante la mañana una ceremonia luctuosa en el asta bandera del Cerro del Obispado para colocarla a media asta, "reclamar" justicia (como si a través de la Procuraduría local no tuviera precisamente esa obligación) y declarar al 25 de agosto como día de duelo estatal.

Pero si la administración de Rodrigo Medina de la Cruz quiso madrugar así el aniversario luctuoso, los ciudadanos nos reunimos para hacerlo de forma independiente, con la memoria de las víctimas por delante y compartiendo el dolor de sus seres queridos, iniciando por sus familiares.

Después de tantos sucesos que uno alcanza a ver en los medios de comunicación (impresos y electrónicos) o escuchar de conocidos, hemos comprendido que alguna vez nos puede tocar sin que la debamos.

Aquella ocasión fueron 52+2 los que fallecieron, algunos de forma heroica al lograr que algunos pudieran salir de entre las llamas. Por tanto, debemos luchar para que ninguno de los elementos que, combinados, provocaron este fatídico recuerdo se repita.

domingo, 5 de agosto de 2012

Preservando la memoria

A invitación de una muy querida amiga, acepté colaborar con un interesante proyecto para preservar la memoria de los 126 periodistas o relacionados con esta profesión que han sido asesinados en México desde 2000.

Más allá de las denuncias al respecto y el nada honroso primer lugar de la organización Reporteros Sin Fronteras como el país más peligroso para ejercer el periodismo, el colectivo Nuestra Aparente Rendición lanzó una convocatoria para escribir el perfil de cada una de esas personas y reunirlas en un libro

Lo que parece una simple iniciativa dedicada a denunciar el peligro que han representado para el ejercicio periodístico los dos sexenios panistas que hemos tenido, tiene una función más importante: preservar la memoria.

Confieso que llegué a cuestionarme inicialmente la "necesidad" de participar en esto, ¿para qué moverle si nunca sabremos exactamente -o al menos no tendremos una versión oficial creíble- por qué murieron muchos de quienes reseñamos?

Sin embargo, me puse en el papel de quien escribiría el perfil: si yo muriere, me gustaría que alguien recordara quién era, qué estaba haciendo antes de que me arrebataran la vida y cómo va mi caso.

Ciertamente me gustaría ser recordado, forma parte del deseo humano de trascender; de alguna manera la muerte es una manera de asilenciamiento: a alguien -del bando que fuese- le convenía desaparecerme de este mundo para que callara, por la razón que fuera.

Mi decisión de indagar hasta donde fuera posible el contexto y los avances en el caso fue confirmada mucho después con una frase leída en Twitter: "El olvido es arma de los poderosos, ¿vas a olvidar?". Y, aunque el usuario @JuanchoElHereje se refería particularmente a movimientos sociales, aplica para cualquier situación, más de quienes pueden ser incómodos o revelar las triquiñuelas de esos poderosos.

No solamente es escribir al lado de figuras como Diego Enrique Osorno o Sanjuana Martínez, que ya tienen en su haber algunos libros, además de otros colegas; es contribuir a que tantas muertes no queden tan en el olvido.

Sí, probablemente no todos fueron mártires de la libertad de expresión, pero tampoco podremos saberlo a ciencia cierta. Seguramente en la gran mayoría de los casos quedará evidenciado que las autoridades se han desentendido de hacer su labor de procurar justicia, dejando el caso "enfriarse" en los archivos, o dando explicaciones estilo "fue con tintes pasionales", sin detenidos fuera de chivos expiatorios o presentar evidencias creíbles.

El recrudecimiento de la violencia vivido en este sexenio que está por terminar trajo una estela de muerte, inseguridad y crecimiento visible de la delincuencia, que solamente puede ejercer organizadamente con el apoyo de las autoridades, del nivel que fueren. Por eso ha estado en sus objetivos acallar a la prensa. Y lamentablemente lo han logrado en lugares como Tamaulipas.

Por tanto, nos corresponde impedir que la muerte de estos compañeros sea en vano o se logre el objetivo inicial de callarlos y que sean olvidados. Esta vez fue por Marco.