miércoles, 11 de marzo de 2009

11-M

Han pasado cinco años de que España viviera horrorizada su peor atentado terrorista en su historia: 191 muertos y dos mil 62 heridos, tras la explosión de 10 artefactos en cuatro trenes de Cercanías (que recorren distancias medias entre la ciudad y sus suburbios), en las estaciones madrileñas de Atocha, Santa Eugenia y el Pozo del Tío Raimundo.

Este lustro pasó casi desapercibido por el gobierno español (lo que en México llamaríamos federal) que encabeza José Luis Rodríguez Zapatero, quien asistió a la conmemoración del hecho en el pleno del Congreso de los Diputados junto con la mayor parte de sus ministros.

Pero no realizó ningún acto especial, sino que fue la Comunidad de Madrid (que en México equivaldría a un estado de la federación) quien hizo un homenaje a las víctimas. Y aquí no estuvo ningún representante del partido de Zapatero, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), en protesta porque Esperanza Aguirre, la presidenta regional, decidió cerrar la investigación de una supuesta trama de espionaje al interior del gobierno comunitario.

Los del PP (Partido Popular), que dirige Mariano Rajoy, quien tras el 11-M, a pesar de llevar la delantera en las encuestas hasta ese momento, perdió las elecciones frente a Zapatero, se dedicaron a criticar a los socialistas por su falta de sensibilidad y mezclar "discrepancias políticas" con la participación en este evento.

Realmente el boicot socialista es para todos los eventos, sin distingo de importancia, "en tanto no haga un gesto de mínimo respeto a la ciudadnía madrileña", en palabras de Tomás Gómez, secretario general del Partido Socialista Madrileño-PSOE, por cerrar precipitadamente la comisión investigativa sobre el supuesto espionaje, dado a conocer por el diario El País.

Así, el partidismo (que no política, como comúnmente decimos, y que se me hace impreciso o incorrecto) contamina un evento al cual parecen haberse olvidado las autoridades en general. Si bien al principio se culpó por costumbre a la organización terrorista vasca ETA, después se vio que fue obra de Al-Qaeda.

Pero el tiempo ha hecho que se sume a la lista de hechos del mismo estilo que han cobrado víctimas, que no han impedido que la vida normal continúe, pese al trauma provocado en el momento.

En este sentido, llama la atención la declaración de Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, al reprochar el olvido institucional: "sería su segunda muerte".

Entrevistada por el periódico ya citado, Manjón, quien perdió un hijo en los hechos de hace cinco años, declara que hay víctimas que no tienen dinero ni para comer, porque ya nos les interesan a las autoridades.

Con la crisis económica en la mente del gobierno y los ciudadanos, pues gracias a que ETA ha sido acosada y ha disminuido sus ataques ya el terrorismo no está tan presente en sus mentes como problema urgente, la justicia que se les debe a los afectados parece lejana.

Y como las tropas españolas fueron retiradas de Irak, conste que no de Afganistán, no hay por lo pronto amenaza de la presunta red de Osama Bin Laden a territorio español.

Para colmo, el monumento en recuerdo de las víctimas, ubicado en la estación de Atocha, donde confluyen todas las líneas de Cercanías, y cuya elección dentro de las opciones de proyectos fue polémica en su momento, se daña a cada rato debido al material con que fue construido.

¿Quedarán de esta manera, con el panorama presentado, las víctimas en un olvido cada vez mayor, para así volver a morir, como dijera Manjón? ¡Qué tristeza e indignación!

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