sábado, 22 de agosto de 2009

Mi primera cana

Hay momentos en la vida que implican un punto de inflexión, de no retorno en el tiempo, por decirlo de algún modo.

Implica que hemos llegado a una etapa más de madurez en nuestro ritmo biológico: el primer diente, cuando aprendemos a caminar, al mudar los dientes de leche y la primera espinilla (grano de grasa), que recuerdo bien cuando apareció en mi rostro.

Todo esto viene a colación de uno de estos episodios naturales: la aparición de mi primera cana. Debo decir que ya había detectado una el año pasado en uno de los vellos del brazo, pero había sido aislada. Sin embargo, ésta, al frente de mi cabello, me tomó por sorpresa.

Ciertamente era consciente de que el momento estaba por llegar (a algunos por herencia u otros factores iniciaron con esos brotes a más temprana edad), pero el hecho de descubrirlo en el espejo delantero de un vehículo y en un lugar muy notorio de la cabellera me deja pensando si ya hacía tiempo que estaba allí y no lo había notado, aunque evidentemente es reciente. Ahora surge la incógnita de qué tantas y dónde saldrán ahora.

Generalmente no tenía problema con la edad, pues he considerado como bien vivido el tiempo transcurrido desde que nací. Pero después de los 25 años siento que éste pasa muy rápido, probablemente por la necesidad y envolvimiento en nuestras actividades, que nos absorben muchas horas del día, pero gracias a las cuales nos sostenemos.

También ve uno nacer y crecer a otros, a veces tan rápido, que al compararse con ellos uno se da cuenta entonces de la edad que tenemos. Y cuando uno va llegando a otra década, aumenta el temor por dejar atrás los buenos años de juventud.

Lo atruibuyo un poco a cierta falta de rumbo o de proyecto concreto en diferentes ámbitos. Cuando alguien me pregunta si voy a quedarme en España, mi respuesta es: "no lo sé". Es un hecho que regreso a México en diciembre, antes de Navidad, Dios mediante, pero después de Año Nuevo desconozco qué será de mi vida, si volveré a vivir donde estaba antes de esta experiencia o si surgirá alguna oportunidad de estar acá o irme a otro país.

Pero, sorprendido hasta de mí mismo en un inicio, no me preocupa mucho en este momento, pues me siento feliz de no saberlo, aunque esta va disminuyendo conforme se acerca el plazo de estancia acá y sí tengo un poco de expectación sobre lo que ocurrirá y que irá definiendo al menos mi futuro inmediato.

Ahora, con la aparición de esta cana me doy cuenta que no hay marcha atrás (como si antes de ello tuviéramos la oportunidad de retroceder en el tiempo, pero es un decir respecto a que las cosas irán cambiando más rápida o evidentemente).

Me refiero a que ya no podré parecer tanto de menor edad, algo que es insignificante para mí pero que honestamente sí llega a alegrarte cuando en un inicio alguien desconocido te calcula menos años de los que tienes.

Mientras tanto, continúo mi camino...

2 comentarios:

  1. Guille. Felicidades por la cana, es signo de madurez y sabiduría.
    Apunta mi blog, beso grande.

    ResponderEliminar
  2. Mi querido Memo... Dice el antiguo refrán, que las canas salen de ganas... Celebra esa cana, pero respecto a tu madurez, ya lo eras antes de ella y lo serás más.

    ResponderEliminar