miércoles, 20 de mayo de 2009

Granada

Esta ciudad andaluza muestra ampliamente su origen o florecimiento hispano-árabe, principalmente en su monumento más importante, la Alhambra, que significa fortaleza roja y que es Patrimonio de la Humanidad.

Su centro es como un Madrid en chico: tiene su Gran Vía (en este caso de Colón, eso sí, con edificios más antiguos que los de la capital española, aunque en la confluencia de otras dos avenidas importantes hay algunos que recuerdan a esa zona madrileña), sus plazas y calles estrechas y no precisamente rectas.

Su catedral, que inició como gótica y terminó casi barroca, está encerrada entre las callejuelas y edificios circundantes, excepto por una placita que deja ver apenas el mero centro de la fachada, muy distinto respecto a América, donde en general estas edificaciones tienen junto o enfrente un espacio abierto que las haga lucirse.

En algunas callecitas céntricas se siente el ambiente comercial de las medinas musulmanas, donde abundan las tiendas de recuerdos, incluso atendidas por personas de origen árabe.

Pero todo se encarga de recordar que fue una ciudad conquistada por los Reyes Católicos. De ello dan cuenta monumentos y construcciones. El símbolo de la ciudad, que no es más que el fruto del mismo nombre, está incluso en el escudo de España porque la toma de esta ciudad fue la consolidación del reino unido de Castilla y Aragón y la expulsión del dominio moro en la península.

Sin embargo y pese a que hay muestras de la imposición de elementos castellanos dentro del conjunto de la Alhambra, como el Palacio de Carlos V, la iglesia de Santa María y algunos decorados posteriores a la conquista de la ciudad, afortunadamente se preservó la belleza original del recinto de origen musulmán.

Como en lo que vi en Marruecos, el interior es particularmente hermoso, los techos, las cúpulas y las paredes abundan en detalles, aunque me parece ahora haber visto aquí más inscripciones en árabe que otros elementos.

Lo que no fue preservado como tal fue la medina existente allí, cuyos restos son ahora vestigios arqueológicos, probablemente porque el sitio se dedicó más a ser aprovechado como palacio y fortaleza.

Los jardines son realmente bellos, tanto por el colorido natural verde y de colores de las flores, como las fuentes. Es una delicia pasearse por allí, de lo cual dan cuenta algunos poetas, como Federico García Lorca.

Por su universidad, Granada es un importante centro estudiantil, que se demuestra en la bullante vida nocturna y la tradición del "tapeo", que son la comida o acompañamiento dado junto con la 'caña' de cerveza o bebida que uno pide, que aquí es más generosa que en los lugares castizos.

Esto último fue el principal atractivo para ser elegido como destino del viaje de fin de máster, que realicé junto con algunos de mis compañeros y buenos amigos.

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