jueves, 9 de abril de 2009

Mohamed V

Cada ciudad mediana o grandemente importante de Marruecos tiene una avenida con este nombre, que es el del rey al que los franceses mandaron al exilio y que años después, tras estallar la guerra de independencia, regresó victorioso a gobernar el país. También el moderno aeropuerto de Casablanca lleva su nombre.

Precisamente allí pasé la pasada noche, fue la primera vez que me quedé en una terminal aérea. No fui el único, había por allí unos italianos, unos franceses y de otras nacionalidades, incluso marroquíes, cuyos vuelos salían casi al mismo tiempo que el mío o muy temprano en la mañana.

Dormí a intervalos apenas lo suficiente para poder sostenerme, además de haber llevado allí algunas provisiones sencillas compradas en un supermercado, que me permitieron cenar y desayunar allí mismo: refrescos, agua, pan, yogurt, chocolates...

Aunque definitivamente no creo que la sea la única vez que lo tenga que hacer, ya sea en este caso por necesidad económica y miedo a que volviera a pasar lo mismo (puede sonar exagerado, pero más vale no arriesgarse, je je), fue una aventura para ejercitar la paciencia: ver cada hora pasar, calculando en cuenta regresiva cuánto falta para que inicie el registro del propio vuelo.

Lo bueno de ello fue que pudimos admirar mejor una exposición filatélica de la oficina de correos marroquí y unas esculturas que representan elementos típicos o característicos del folclor y las tradiciones locales, así como la limpieza coordinada y en equipo del piso de la terminal en que nos encontrábamos.

Finalmente hoy ya pude tomar el tan ansiado vuelo. Con profundo sentido de observación pude darme cuenta de lo que sospechaba: el dichoso abordaje no inició tan pronto como se supone me dijeron el anterior que es, o sea, inmediatamente al cerrar el proceso de facturación, se tardaron hasta 10 minutos para iniciarlo...

Por lo pronto lo importante es que ya pude regresar a Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario